El lunes me propuse el objetivo de volver a escribir este fin de semana. La verdad es que hoy no tenía ni la menor motivación a escribir. La verdad es que hoy sólo quería detener del flujo del tiempo, pero eso es imposible.
No sé si las cosas van mejor o peor, todo está cambiando muy rápido y yo no me he percatado, me he separado del mundo y, cuando me he dado cuenta y he vuelto, ya no es el mismo.
Este joven corcel ya no es el que era, se ha vuelto salvaje y desbocado, y no sé domarlo bien aún. A veces me lleva a hermosos paisajes y a veces me abandona en oscuros bosques, pero aún así vuelvo a buscarlo, es mi montura, soy su jinete, es mi vida, nunca soltaré sus riendas. Aunque no me obedezca, aunque deseara sacrificarlo, siempre, siempre, me lleva a algún lugar y, por extraño que parezca, me muestra lo hermoso que hay en todos ellos.
No sé a dónde me llevará mañana, no sé si seguirá su olfato masculino hasta la vagina de alguna joven yegua, pero confío en que podré encaminar su trayectoria y seguir disfrutando un poco más de esa sensación de cabalgar hacia el horizonte con una botella de whisky en las alforjas y un cigarro entre los labios. No soy Clint Eastwood, no soy un príncipe a caballo, soy un simple jinete al que si le preguntas, no sabrá decirte su destino.
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