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4.12.11

El fuego y su generación espontánea: la forma más original de pedir fuego



Y cuando menos te lo esperas, aparece. Rojo fuego. Azul fuego. Fuego amarillo y naranja. Fuego que no se ve. A veces solo tienes que girar la cabeza para ver a un tipo gritando fuego, a un niño llorando fuego, a un borracho bebiendo fuego, a un anciano que, sentado en el parque los domingos, permite que el fuego peine sus canas, sin prisa, sin pausa.
Oh fuego, el más joven e impaciente de todos los dioses, danos tu ayuda ahora, con medida. Calla, dios fuego, las bocas frías de palabras de serpiente, para que , con un beso de fuego ardan infinitas, irracionales.
Y qué decir del fuego del amor. El fuego de los besos infinitos que duran un segundo, en un intercambio de inflamables y de alientos de dragón. Y el fuego de la ternura, tenue, que mima a niños y a madres. Y del fuego de la amistad. Gira la cabeza, incrédulo, y mira como el fuego de la amistad te rodea si sabes verlo, como se ve el valor en los grupos de amigos y como no en los amigos por separado.
Oh fuego, el más voraz de todos los dioses, impaciente, líbranos de tu fulgor, que es el hambre, que con tu calor vamos de sobra. Dame calor en invierno, sol en la playa y lumbre en el cigarro. Bendito seas.

6.11.11

Sacrosanto niño tiempo

De la tierra habrá de nacer aquel que castigue al necio,
pues de la tierra nació, y su poder será semejante.
Los árboles levantarán sus raices, profundas como el mar,
y juntos irán a buscarlo, y los animales, así la joven cabra
como el viejo león, marcharán hacia donde se los llama.
Y el cielo echará sus puertas y llamará a los vientos guardianes,
de fuerza insuperable y vendrán las sagradas águilas, de bellas plumas,
y los fieros buitres, de duro pico, y el éter será rayo y la nube tormenta.
Y del agua habrán de salir los poderosos peces, de veloces pensamientos,
y y la bella agua será ola, y la bella playa será martillo y la tierra será yunque.
Y del yunque nacerá un fuego y de él la mano que mata y salva, que ayuda y ahoga,
la que no se puede controlar, la de sensible alma, terrible.
Así habrán de castigar a los dioses a quien vierta al niño tiempo,
de rubios cabellos, en los días blancos de color.
Pues es el último regalo que los hombres, de divino linaje, poseen.