6.4.12

Ases de Humo

Me siento mareado. Hay muchas fotos en las paredes. Pósters mal pegados que me miran fijamente. Caigo en la cama y le devuelvo la mirada. Me absorbe. 


Estoy en una casa. La habitación es una especie de despacho. Tiene una biblioteca interesante y una puerta acristalada que da al jardín. En el centro un gran escritorio de madera, una pantalla aceptable y un teclado oscuro y sencillo, algo clásico. Más allá hay una máquina de escribir cubierta de polvo y unas botellas de cerveza vacías. En el sillón está el viejo, frente a mí. Llena dos vasos de whisky y me ofrece uno.


- Y bien chico, ¿qué haces aquí?
+ Pues no lo sé jefe, será que se me ha acabado el whisky (sonríe).
- Estás perdido, eres un niñato que no sabe qué hacer y viene a llorarme y pedirme consejo. Éso es lo que haces aquí. Llorar sin lágrimas suplicando ayuda. 
+ Siempre es un placer pasar a verte viejo, pero te podías meter esos comentarios por el culo. Es cierto, es la puta verdad. No sé qué cojones hacer, ¿acaso tú lo sabías? ¿acaso tú no les preguntabas? Todos somos iguales viejo, lo que pasa es que ya no te acuerdas.
- ¿Y tú si te acuerdas?


El viejo se levantó y ya no era viejo. La luz me dejó verle la cara. Era Chinaski. Era Moody, Durden, Barnes, Gatsby. 


- No es tan difícil chico, sólo hay que echarle cojones. Y ahora toma la botella y déjame en paz.

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