17.2.14

Una tarde cualquiera en el club

Fuego y ritmo,
saxo de oro,
gargantas rotas por el humo
al son de caderas ebrias de amor.

Esas miradas tuyas
que encuentro escondidas en la multitud,
de primeras me acechaban
pero huyen tímidas y fugaces
desprendiendo en tu rostro rubor.

¡Inocente presa!
Te creíste predadora
pero ya tengo el rastro de
tus labios, 
y poseo el mejor hocico
de todos los CERDOS buscadores 
de trufas.

Sal, no te escondas,
mírame cara a cara 
y demuéstrame,
con tan sólo una mirada,
si esta noche serás trofeo
o cazador.

Cuelga el bolso,
afílate los colmillos,
empólvate la nariz con 
quinientos pavos entubados si quieres,
pero,
¡por-fa-vorrrrr!

       juega y disfruta jugando.



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