2.4.14

Olores.

Recuerdo del olor de un polvo.

Olía a toda la porquería
que se esparcía anárquica-invisible
por los recónditos rincones
que cualquier habitación al sol esconde.

Olía a sol de otoño, calentando en un buen día.
Era domingo, creo recordar, de plácido descanso.

El sol calentaba sobre el tejado,
era un último escalón, el piso más alto
el techo abuhardillado, arrodillado al sol.

Olía a un día luminoso y cálido.
Olía a mercancía cuando las sacan del envoltorio
Olía a libros nuevos, olía a madera
olía a viaje, a goma de borrar,
a litio, a aceite y a oleaje.

Olía a sábanas y extrañas
paredes pardas triangulares
como su sexo abierto tomando el sol.

Tomando el aire.

Aire del que yo era dueño en ese instante.

Aire del que nunca podrá escaparse.


Salitre

Descendiente de montañas escarpadas,
salta el prado cuesta abajo en un suspiro.
Porque su sangre mestiza circula por su cuerpo
como el agua de lluvia entre las piedras,
puliendo sus bordes durante siglos.

Soy yo, piedra,
canto rodado alumbrado en la siembra,
y éste camino se me hace tan largo
que no puedo ni pensar en el momento de llegar.

Adiós sol de justicia, adiós infernales chicharras,
adiós mis lágrimas a Dios arrojadas.
¿Qué dios se me planta a mí en la cara
a empujarme más allá de mi lugar?

Debo ser un manantial,
porque crecido entre montañas
aquí vine a parar.
Y al bajar, me dije:

-Estás en casa, aquí huele a mar.


Olor a Tabaco

Siempre supiste saber
si fue una gran noche
por el olor a tabaco
de mi chaqueta.

Siempre me impregnaba de él
aullentando las sombras
de la juventud.

Simbiosis eterna
me sigue donde quiera
que vaya,
ya no quedan folios 
en blanco 
donde esconderme,

le huelo,
el humo
ya se ha metido
en mi mente.

Olores

Era curioso como sus padres se aseguraban siempre de que las ventanillas del coche estuviesen subidas cuando paraban en aquél lugar. Con la excusa de que era insoportable y le mareaba, su madre nunca le permitía disfrutarlo.
A veces, ella fingía querer ir al baño sólo para bajarse del coche y respirar profundo aquél temido perfume prohibido tan embriagador que permanecía en su nariz durante horas. Aquello era olor a viaje, a vacaciones, a tiempo libre, a libertad, a recónditos lugares casi inaccesibles...
Ella creció y condujo, al fin podía respirar inflando sus pulmones en cada gasolinera, eso de los coches eléctricos sería muy revolucionario y bueno para el entorno, pero el olor a gasolina...ése sería siempre el combustible que incendiaba en su mente tiempos mejores.

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