3.8.09

La verdad de la mentira

Cada uno vive su gran mentira. Hay miles de ellas; falsedades hasta reventar. No me preguntes si el vaso está medio lleno o medio vacío: está colmado de mentiras, tanto que se salen e inundan la habitación. Lo que ocurre es que cada uno tiene una capacidad de creer, de caer, de picar el anzuelo. Llamémoslo "fé".
Mi madre tiene fe en la religión, en esa que se basa en que un tio bastante hippie se rebeló contra los peces gordos de su época y acabó clavado a un palo. Tiene fé en lo abstracto, digamos que echa la culpa de todos los problemas y de todas las virtudes al exterior. Allá va, cielo, lo has creado tú.
Mi padre vive su gran mentira de forma muy habitual. Cutre, diría yo. De joven creía en el comunismo y le gustaba leer. Ahora su vida la absorven dos puertas astrales: la tele y la pantalla del ordenador. Mi padre es el típico hombre atrapado por el sistema, por sus leyes, por sus protocolos, por su sutil publicidad y su bienestar de los cojones.
Yo... supongo que mi mentira soy yo misma. Cuando me describo solo hablo del quiero y no puedo. Me idealizo. Tengo fé en esa independencia y libertad que no existen en mi vida.

Mentiras y más mentiras. Lie, mesonge, lüge.. en todos los idiomas sigue siendo lo mismo. Y lo sabemos pero no nos importa una mierda. Es como ese amigo embustero al que le sigues el rollo, aunque veas a mil leguas que no dice la verdad. Supongo que lo importante es ser coscientes ¿no?, seguir el puto rollo y vivir felices en la ignorancia.
Espero que estas líneas no rompan la magia, porque todo lo escrito es la verdad, tan verdadero como que mi vecino esquizofrénico del quinto está bueno.

¿Cuál es tu gran embuste?

2 comentarios:

  1. estos textos son los que hacen que cada día me guste más el blog, sí señor.

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  2. eres nuestro pequeño diamante en bruto, y sin embargos parecemos todos comparados contigo

    me mgusta cundo te metes contigo misma, con esos pequeño pensamientos, porque te metes con la humanidad

    al fin y al cabo somos todos iguales

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