5.10.09

ENTRE ANGELES Y DEMONIOS: Carta a un preso.

El año pasado tuve la oportunidad de conocer al padre de una amiga… Su querido patriarca estaba de permiso, nos regaló un día de lo más especial, rociado de mentiras, engaños y embustes.

Disfruté como un niño pequeño…

Al volver de Madrid me dispuse a escribirle una carta, no sé con qué derecho precisamente, pero de todas formas no se la mandé…

Estoy dudando…


CARTA A UN PRESO:

Entre Ángeles y Demonios.

Al ingresar en prisión la mentira se convierte en moneda de cambio. Las palabras se asemejan a billetes falsos, que pueden o no resistir una atenta revisión y al paso del tiempo. Vives en un mundo partido, incluso bipolar, o más bien es como la tierra y el mar, el cielo y el infierno que batallan constantemente para estar en un sitio determinado en el momento adecuado.

Contradictorio. No te conozco lo suficiente para saber si eres realmente contradictorio o no. Tus ganas, casi enfermizas, de ganarte la confianza de tus semejantes y los métodos dudosos que aplicas pueden hacerme pensar que, efectivamente, en tu interior, hay una aplacante y dura contradicción. Por otro lado podríamos opinar que simplemente son ganas de convencer, que en tu interior sabes lo que tienes que hacer… ¿Quieres ser Ángel, o simplemente te da miedo el Demonio? Piénsalo. El Ángel parte de amor y de paz y quiere amor y paz. El Demonio predica amor y paz, pero tras sus palabras hay una oscura corriente de intenciones que, de vez en cuando, al bajar la guardia, se logran apreciar. Si vas a ser Demonio, se astuto y no pierdas el tiempo intentando aparentar ser Ángel, al menos no con tus seres queridos y menos aun con personas que se meriendan a los Ángeles confundidos.

Hablando alto y claro. Si vas a delinquir hazlo bien. Que no te cojan, que no te abran el culo (tal y como dice tu hija Soraya). Lo digo por ti y por tu familia. Acepta lo que eres y actúa en concordancia con ello. Como ya he dicho, no te conozco lo suficiente para estar seguro de mis palabras, pero de verdad espero que aclares tus prioridades.

Estás en prisión pero aun así eres libre de decidir. Que la prisión anule tus libertades es un simple mito. No soy imbécil, se de sobra que ser preso implica una limitación atroz a tus elecciones, pero no por ello están explícitamente revocadas.

Nuestra conversación sobre “Ser o no Ser, esa es la cuestión” se ha anclado en mi memoria, no puedo dejar de pensar en ello. Es una mentira. Ser o no ser efectivamente es la cuestión. Pero aun así eliges. Si eliges no “ser” estás ejerciendo tu libertad para no “ser”, para renunciar a ella. En cambio si eliges “ser”, estas ejerciendo tu libertad para ampliarla. La putada es si eliges ser, allí es cuando empieza todo lo demás. Aparecen las dudas ¿Cómo quiero “Ser”? ¿Dónde quiero “Ser”? ¿Hacía donde me llevara el “Ser”? ¿Quiero “ser” lo que soy?

Estás rodeado de un mundo roto, “corrupto”, donde se aplican otras reglas diferentes a las que yo estoy acostumbrado, pero no por ello las desprecio. Entiendo que tienes que vivir, que hacer frente a las exigencias de tu contexto. Tienes que “Ser” en tu elección. Es sencillo, tu “Ser” implica que elijas el siguiente paso, pero ten por seguro que tu siguiente paso te llevará a un presente, es decir, en algún momento dado, los frutos de tu elección, que ahora es una simple meditación, se harán realidad, serán el presente en la que vas a tener que “Ser”. Dicho de otra forma, vas a tener que apechugar con tus elecciones y las consecuencias.

No te deseo ningún mal, ni te juzgo de forma negativa. Creo que simplemente trato de entenderte. Quiero saber si realmente existe una contradicción en ti, o si simplemente es costumbre el que intentes convencer a tu hija para que confíe en ti. Ten en cuenta mi situación. No te conozco de antes. Tu situación es difícil, y si mientes lo puedo entender perfectamente. La mentira es un instrumento valioso en un sitio donde no existe precisamente una lista infinita de recursos. Cada uno se tiene que apañar con lo que tiene.

La Mentira: Juan, no puedes mentir y no mentir, si mientes hazlo de forma que no se note, estate seguro de tu mentira, pero sin creértela, mantén la mente fría y el corazón helado. En tu caso no distingo entre mentira y verdad porque sé que de verdad quieres que tu familia confíe en ti, el problema es que no tienes los medios para conseguirlo, tienes simples palabras. Lo siento.

¿Cómo ser bueno en el infierno?

No entiendo muy bien la naturaleza de esta carta. Por un lado, el día en que te conocí, se me hizo largo, fue un cúmulo de ideas y emociones que de alguna manera habré de canalizar. Por otro lado, me recordaste a mi otro mundo…y me sentía extrañamente a gusto.

“Espero que no te hay defraudado como persona”


Sinceramente no lo hiciste ya que no esperaba nada, simplemente fui a conocerte porque Soraya como bien sabes, es una criatura un tanto emocional…

Hablemos de Soraya:

Un Ángel y un Demonio. Sois polos opuestos. Tu hija tiene una bondad cuasi-natural, que, extrañamente es prácticamente inquebrantable. Un sentido de la justicia que roza la utopía y un corazón de oro macizo, pero si con alguna dentellada, alguna marquita. En Madrid, no sé, vi como lo entendía todo sin entender nada…fue extraño.
Ser preso no tiene que ser fácil. Estas en un contexto corrupto. Un día me dijeron que la vida era como una baraja de cartas, que en un primer momento el azar (o Dios, según sean tus creencias) te presta una cantidad determinada de cartas que tú tienes que jugar. Pueden ser buenas o malas. Tú tuviste las cartas y las jugaste mal.

Las cartas que ahora posees no son de la baraja española, tus cartas no valen para mi mundo, ni para el de Soraya, ni Omar. Una carta mía te puede costar media baraja tuya ¿me entiendes? Entonces ¿Qué vas a hacer?

Como sabes no te conozco, he cruzado algunas palabras contigo, te he escuchado y observado…te he juzgado, pero tan solo con el material que me regalaste en su momento. Hoy en día criticamos el juicio, cuando en realidad es lo más natural del Ser Humano. El juicio responde a nuestro sentimentalismo y a la razón. Tú tienes ambas, ¿no? Entonces me habrás juzgado. Según mis actos habré despertado una serie de emociones en ti, tu mente las trata de explicar… ¿cómo? Juzgando.

Por último me gustaría agradecerte por un día tan repleto de acertijos y adivinanzas, mi mente se mantuvo gustosamente ocupada durante varios días después intentando exprimir sus significados e inplicaciones…

En fin, ya te escribiré otro día alguna que otra cosa, por el momento te dejo con esta pregunta: ¿Qué vas a “ser”, ángel o demonio?

Un saludo y un afectuoso abrazo. De verdad espero que las cosas te salgan bien…

Esta carta se ha quedado aquí por algo, dudo que un preso condenado a 15 años de prisión quiera escuchar las palabras pedantes de un joven estudiante...¿Usted que opina Señor Cobos?.

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