15.5.10

Otra noche sin dormir

No sé cómo empezar a escribir esto, a desciribir lo indescriptible. Dusculpen las molestias, por las palabras que seguro no van a comprender.

Alguna vez han disfrutado de los sonidos de la noche? Son esos sonidos que no puedes escuchar a no ser que todo esté en silencio. A las cinco de la mañana no puedo dormir y me levanto, busco un cigarro en el paquete que malcompré el otro día. No tengo fuego y ando torpe en busca de algo que me ofrezca una chispa de calor. Hay un mechero de emergencia en la estantería, preparado para venir al rescate en caso de apagón. Lo cojo, lo enciendo, y empieza la música.

Me siento en la mesa más concurrida de la casa, ahora solitaria con la vista fija en la lumbre de mi tabaco. Una luz tan pequeña puede ser un sol en una noche como esta. Y entre mirada y cabeza la ogio, es la música de la noche que toca para nadie. El tica tac del reloj 5 minutos atrasado. El sonido mecánico de no sé que parte del frigorífico. Los muebles que se estiran de sueño, preparados para dormir, y crujen. No se escuchan coches ni sirenas. En las noches de tráfico los instrumentos no suenan bien. Pero todavía no he reparado en el intrumento central.

Alguna vez han escuchado el crujir del tabaco arder sin ayuda de la succión de los pulmones? Sí, arde por sí sólo, pero se han parado a escucharlo? Para hacerlo hay que acercarselo al oído, tanto, que sientes un calor demasiado grande para esa distancia y tamaño. Suena como suena el tiempo, que todo lo traga, en el rostro de las personas. Suena agresivo, pero sin furia, atenuado, maravilloso. La armonía se rompe con cada calada, que le da alma y devora más de lo que deviera. La ceniza cae como un cuerpo sin vida en el cenicero. Puedo oir su desplome, es seco, pero sin brusquedad. Todo magnífico, aparente, pero imperceptible. Es un acertijo. Un manjar sólo apto para el qe lo sepa apreciar.

Un ruido más me saca de mi trance. Toses a lo lejor, detrás de las puertas. No soy el único despierto bajo el mismo techo y esa es mi señal de retirada. A tirar millas. Antes de las letras doy muerte a mi pequeño Stradivarius. Su muerte sólo podía sonar de una forma, a roto. Porque sólo cuando estás en silencio puedes escuchar la muerte del tabaco. Suena doloroso, como un hueso que se rompe. Su tacto es arena en mi oídos. Pero no hay lamento, sólo trozos de fuego dispersos alrededor de la escena del crimen que luchan por vivir más segundos, y que se apagan sin rechistar. No hacen ruido al avandonar el calor, no quieren molestar. Me levanto, abro la ventana y tiro la colilla apagada. No pueden quedar pruebas. Lo pongo todo en su sitio. La orquesta sigue tocando para nadie, ajena a mi marcha, pero sin su solista. Sin su público, que corre al camino de la normalidad, ordenando las ideas para plasmar con palabras, con estas palabras, las maravillas de una noche cualquiera.

No se como terminar esto, cómo terminar lo que parece imparable. Resignado os digo, si lo habéis leido, una vez más, disculpen las molestias.

3 comentarios:

  1. Maravilloso!!! me ha encantaado :D

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  2. Ooooolé!!! me gusta!!!! me gusta tu forma de mirar la noche y me dejo atrapar por tu música...

    Saludos.......Enryke

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  3. "Una luz tan pequeña puede ser un sol en una noche como esta".

    Muy bueno, Rafa. A lo mejor me acabo animando a enseñar en internet cosas que escribo, pero de momento me da corte. En fin, muy bueno.
    :)

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