Bienvenidos a mi país

Hoy me voy a independizar del mundo. Rafafieldsland. Rafafieldsland es un sitio pequeño pero digno. Aquí tenemos un río y una playa, pero en la playa no hay arena, porque es una país reciente y no se ha podido formar la arena; hay piedrecitas redondas que arrastra el río. Es jodido bañarte, pero el agua es limpia porque aunque aquí no somos tan serios reciclando, intentamos no contaminar el medio ambiente. También tenemos montañas que nos separan del resto del mundo, pero como es un país pequeño solo tenemos 3, el pico Picado, el monte Montado y la Otra. No estamos cerca de ningún país ni lejos de cualquier otro.

Pero no hablemos tanto de geografía, hablemos de la gente. En Rafafieldsland la gente suele ser rubia y habladora y de pequeños los niños no molestan, pero gustan de hacer muchas trastadas. Los adolescentes no rompen nada aunque sean bastante radicales y escuchen música extraña extranjera, pero les encanta discutir a ver quién de ellos tiene la razón al final. Los adultos gustamos de meternos unos con otros, pero nunca son bromas muy pesadas, por el contrario son numerosas. Tanto es así que a veces parece que hablemos más en broma que en serio.

A los rafafieldslandeses les gusta ir a los bares, hay más bares que farmacias en Rafafieldsland, de hecho, la única ciudad del país, Desordenada, tiene 300 bares y solo una farmacia, porque los rafafieldslandeses no gustan de las ciencias de ningún tipo, aunque son gente curiosa que se interesa por todo. Lo que más les gusta a demas de beber, hablar y fumar en sus adorados bares es dibujar cosas, leer libros raros, contar chistes, tocar la guitarra (aunque estén medio sordos, los infelices disfrutan torturando a las pobres guitarras que llorar por un afinado) y ver películas. En Rafafieldsland siempre se recibe cordialmente a los extranjeros, que son agasajados sin dudar y sus gentes son queridas en muchos sitios del planeta. Pero no todo son alagos, los rafafieldslandenses son muy desordenados y siempre andan perdiendo cosas (se me escapó decir que les encantan las cosas gratis y guardan todas las que pueden en sus casas hasta que cuando les hacen falta, las pierden); y hay días en que mejor no hablarles.

Les encanta la tecnología, pero montan en cólera rápidamente cuando no responde, tienen para todas las cosas muy poca paciencia. Tambien aman la lluvia, cuando llueve las calles se llenan de gente que mira la lluvia divertida debajo de los tejados, de hecho, las casas en Rafafieldsland se hacen, desde hace siglos, con un techo en el exterior de la casa sólo para ver la lluvia. Todo lo contrario con el sol, cuando se asoma, las gentes buscan la sombra fresca, excepto cuando es verano, que gustan de la pequeña playa o buscan un bar cercano.

Es imposible hablar de los rafafieldslandeses en tan poco espacio porque, aunque personas sencillas, son ricos en detalles interesantes y en historias populares. No son el mejor país del mundo, pero son un país digno, al margen de las preocupaciones de la gente seria, riéndose de todo, con todos.