19.4.12

Del símbolo como ente sobrehumano

La cruz ha muerto. La cruz latina, la griega, la cruz de Jerusalén, la cruz egipcia. Han muerto el círculo y el punto, han muerto el águila, el elefante, y el león. Han caído escudos, y torres, y y coronas. Han muerto los símbolos.

El logotipo, seguramente el responsable de la caída el iconicismo antiguo, ha perdido su personalidad. La inteligencia, el minimalismo, la ironía, la geometría y la comprensión, sobre todo la comprensión; todos ellos mataron al símbolo. Vivimos en una sociedad sin símbolos, rodeados de terribles impostores que se hacen pasar por sus antepasados. Putas.

Porque, ¿qué poder le queda al símbolo cuando pierde su abstracción? ¿Cuándo murió el escudo en favor del sello y el sello en favor de la tinta?¿Cuando dejamos de ver un dios en dos líneas, cuando dejamos de sentir terror por un águila?

Antes de que los logos fueran palabras vacías, los símbolos eran realidades concentradas. Y ¿cómo, ciertamente, se puede completar un proceso semasiológico en días, semanas o meses?¿Cómo, si se trata de un proceso de generaciones?

Nosotros, herederos de una simbología exquisita, compleja y poderosa, decidimos que era más sencillo el camino más corto y olvidamos, ¡ay de nosotros! que hay cosas que trascienden más allá de lo material, de lo personal, de lo social y de la propia vida.

No hay horca suficientemente alta para colgar al Carpe Diem.

1 comentario:

  1. Últimamente pienso mucho en la idea de un Dios posmoderno y urbanita que dé sentido a la ciudad; nuevos mitos -como ya los hay- que no estén tan vacíos como los logos de los que hablan o como el programa de la sexta, que ya no es una capilla sino un plató donde no hay magia ni trascendencia ninguna. Y no sé, lo único que se me ocurre es inventarme un juego de rol o escribir fantasía.

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