28.7.13

La Moneda

Nunca nadie la conoce,
 pero siempre con clientela.
 Se abre el puesto de los dulces,
 se acaban las magdalenas.

 Si ves que te está acechando
 entre las líneas de letras,
 no olvides que no eres único,
 es pública su entrepierna.

 Los más cuerdos disimulan,
 mientras niegan sus caderas,
 con el rabillo del ojo,
 con el rabo de la bestia.

La hipnosis de entre sus muslos,
 duerme a naciones enteras.
 Acuerdan llamarse cuerdos,
 de cuerdas en las caretas.

 Con carmín en la camisa
 y espantos en la bragueta
 y el péndulo de su bolso
 de resaca en la cabeza.

 Locura, locura puta
 ¡La reina de las rameras!
 Moneda de doble cara,
 plenilunio majareta.


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