“¿Por qué te gusta la primavera?” ”—me preguntó.
“Porque
me gusta la resurrección del ansia. El ansia acrecentando, palpitando,
forjando el cauce de un placer rejuvenecedor. El sol conquista a la luna
como tú me conquistas a mí, abriéndome como las margaritas, los
tulipanes, las orquídeas que tanto se asemejan a mi propia flor húmeda.
Por eso me gusta la primavera: tú, mi abeja sedienta, me chupas con un
apetito voraz y yo, tu flor complaciente, te rindo el néctar de mi
esencia.
“¿Por qué te gusta el verano?”—me preguntó.
“Porque me convierto en leona. No tengo ganas
ningunas, solo necedades. Comer, follar, dormir. El calor me penetra,
quitándome la ropa, haciéndome sudar a la menor provocación. El olor a
cuerpo abruma todo y me inundo con las gotas que caen de tu frente,
mezclando con el único rastro que queda de la primavera: el rocío
indisoluble en la superficie de mi piel. Nos aferramos, poniendo a
prueba nuestra tolerancia a la falta de aire fresco o de un viento suave
que nos trae alivio—pero no hay alivio: hay calor, hay olor, hay sudor.
Nos convertimos en salvajes jadeantes. Por eso me gusta el verano: nos
hace a todos animales.”
“¿Por qué te gusta el otoño?” —me preguntó.
“Porque
llega la cosecha de besos, abrazos, mordiscos, chupadas, y polvos. Las
noches crecen y con el aumento de oscuridad pasamos desapercibidos en el
trasfondo de la ciudad. El frío y el calor batallan mientras nuestros
cuerpos absorben el triunfo glorioso del vencedor. Maduran nuestras
avideces a un punto tan insaciable que nos engullimos el uno al otro sin
cesar. Por eso me gusta el otoño—llega la abundancia de mi apetito y
siempre te encuentro deseoso para estimularlo.
“¿Por qué te gusta el invierno?” —me preguntó.
“Porque
el frío me lleva a tu lado. La lluvia nos baña y mis bragas quedan
empapadas—por fuera y por dentro. Me acurruco en tu piel que me sirve de
manta. El gris que disimula el horizonte queda aun más apagado junto al
color subido de nuestros cuerpos húmedos que imitan el aliento visible
de los viandantes. Inverno en tu cama donde siempre encuentro las
subsistencias necesarias. Por eso me gusta el invierno: huyendo del frío
me refugio en tu calor.”
Estas palabras me suenan mucho... jajaja
ResponderEliminarMe gusta. Mucho tirando a muy mucho muchísimo.
ResponderEliminar