1.11.13

“¿Por qué te gusta la primavera?” ”—me preguntó.
“Porque me gusta la resurrección del ansia. El ansia acrecentando, palpitando, forjando el cauce de un placer rejuvenecedor. El sol conquista a la luna como tú me conquistas a mí, abriéndome como las margaritas, los tulipanes, las orquídeas que tanto se asemejan a mi propia flor húmeda. Por eso me gusta la primavera: tú, mi abeja sedienta, me chupas con un apetito voraz y yo, tu flor complaciente, te rindo el néctar de mi esencia.        

“¿Por qué te gusta el verano?”—me preguntó.
“Porque me convierto en leona. No tengo ganas ningunas, solo necedades. Comer, follar, dormir. El calor me penetra, quitándome la ropa, haciéndome sudar a la menor provocación. El olor a cuerpo abruma todo y me inundo con las gotas que caen de tu frente, mezclando con el único rastro que queda de la primavera: el rocío indisoluble en la superficie de mi piel. Nos aferramos, poniendo a prueba nuestra tolerancia a la falta de aire fresco o de un viento suave que nos trae alivio—pero no hay alivio: hay calor, hay olor, hay sudor. Nos convertimos en salvajes jadeantes. Por eso me gusta el verano: nos hace a todos animales.”
               
“¿Por qué te gusta el otoño?” —me preguntó.
“Porque llega la cosecha de besos, abrazos, mordiscos, chupadas, y polvos. Las noches crecen y con el aumento de oscuridad pasamos desapercibidos en el trasfondo de la ciudad. El frío y el calor batallan mientras nuestros cuerpos absorben el triunfo glorioso del vencedor. Maduran nuestras avideces a un punto tan insaciable que nos engullimos el uno al otro sin cesar. Por eso me gusta el otoño—llega la abundancia de mi apetito y siempre te encuentro deseoso para estimularlo.

“¿Por qué te gusta el invierno?” —me preguntó.
“Porque el frío me lleva a tu lado. La lluvia nos baña y mis bragas quedan empapadas—por fuera y por dentro. Me acurruco en tu piel que me sirve de manta. El gris que disimula el horizonte queda aun más apagado junto al color subido de nuestros cuerpos húmedos que imitan el aliento visible de los viandantes. Inverno en tu cama donde siempre encuentro las subsistencias necesarias. Por eso me gusta el invierno: huyendo del frío me refugio en tu calor.” 

-M.S.-

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