Etérea, nívea y perpetua.
Bañada por la luz de la nieve
y el sol, derramado sobre su cabello
formando nidos para mis ojos cuando
vuelan hacia el fuego que los hace arder;
como una hermosa polilla,
que escala por tus arboles blancos
y dibuja una intensa mirada, natural y profunda,
como la corteza de tus sagrados bosques.
Valkiria, mujer tocada para la guerra
y sabia como los dioses, que se quema
para limpiar sus heridas al final de cada día.
Y yo mirando, sintiéndome presente, al ver
las aceras florecer cuando caminas por su lado.
Libro y problema difícil,
sencillo y sutil encanto,
maestra del equilibrio
y de la sensualidad del despacio.
Madre, niña y abuela antes de haber nacido,
criada consigo mismo, y fuerte,
fuerte como el sabor de la tierra
cuando nunca la has comido.
Mujer de la calma y la tormenta,
de la paz y de la guerra.
De mi calma;
y de mis guerras.
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