30.12.13

Los fantasmas no existen

Su voz inaudible calmaba mis ansias de acabar con todo y yo simplemente me dejaba llevar. 
Mi soledad era tan fría que sentía deseos de que alguien me abrazara eternamente en pleno agosto...no me abrazaba, me envolvía, me arañaba, me asfixiaba con su cuerpo, aún más frío, hasta perder el conocimiento y caer todavía más bajo sin que me importase nada minutos después.
Se iba y me dejaba sola, igual que cuando estaba conmigo.
Nunca le escuché respirar, parecía nunca estar allí realmente, pero existía, si, lo hacía. Sus palabras me tocaban el alma sin ser pronunciadas y siempre me dejaba con ganas de más. Notaba su ausencia como si se tratase de mi propia muerte y dolía. Era un dolor soportable, pero agónico y lento.
Su recuerdo me envasaba el corazón al vacío y lo escuchaba latir así, arrugado, carente de sentido y de porqué y me gustaba, sólo de esa forma lo sentía, solo así notaba que aún estaba allí, sólo entonces sabía que tenía corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario