1.2.14

La ira: Manual de uso

Para el que sufre de ella la ira puede ser incomprendida, socialmente poco admitida o en situaciones extremas, la más fiel compañera. Pero si atendemos a su forma, la ira un proceso físico y  mental.

Empieza en el pecho, click, algo la provoca. La adrenalina pasa a tu torrente sanguíneo y algo fluye hacia tu cerebro. De repente buscas su epicentro, el/ella/lo, y se detiene tu tiempo. Tu corazón la impulsa. La ira llega a tu pensamiento y en un mili segundo tu mente estudia los diferentes caminos para liberarla, fisica y/o mentalmente.

Tu mente rebusca torturas, agresiones, rencores y planes maestros en detrimento de algún menganito o una tal fulanita. En el siguiente click tu mente te lleva a imaginarlo. Una tarde cualquiera, por ejemplo, un poco de cloroformo casero destilado en los laboratorios de la universidad, la navaja de tu abuelo, alcohol, toallas, cuerdas, cinta americana y pal’ coche. Acechar cerca de su casa o simplemente quedar. De ahí al campo, sin luz, teléfono o internet.

Una vez allí, y con tranquilidad, tu mente vuelve a evaluar la posición de las piezas y calcula cada paso para disfrutar de la ira con deleite, pues como la mayoría de las cosas, sin control no sirve de nada. Siguiendo dentro de la imaginación esperas a que se despierte y le sonríes. ‘Hola, ¿qué tal?, ¿sabes por qué estás aquí?’ Lo sabe, nadie te lleva al campo a matarte por nada.

Empieza la tortura psicológica, le haces comprender que va a morir, o mejor dicho, que le vas a hacer morir, y partiendo de esa base le explicas que puede sufrir más o menos dependiendo de ti. Como el que separa el trigo de la paja le haces expurgar todos sus pecados, confesar todos sus secretos y cuando se muestre vulnerable, vulgar y como tú puedes empezar a disfrutar. Por ejemplo puede elegir entre comerse un dedo o que tu le arranques dos, siempre dejándole claro que el daño que se auto inflija va a ser menor que el que tu puedes infligirle. Llegados a este punto las mentes más débiles ya habrán abandonado cualquier esperanza, pero aquí supondremos una mente fuerte, un reto.

Inhabilitar los sentidos podría lo siguiente para terminar de derrumbar su mente. Un ojo, una mano, un oído, media lengua, con cuidado de que no desangre, no es lo que pretendemos. Una vez nuestro objeto de descarga haya abandonado todo sentido personal, físico y existencial con toda probabilidad nos suplicará la muerte, ese es el momento de librarle.

Si hemos realizado bien el proceso de minería mental el sujeto habrá madurado con la experiencia, y probablemente haya entendido como tú te has sentido, el por qué de tu ira e incluso podría haber desarrollado cierto sentimiento de empatía contigo.

Una vez libre en tu mente, será libre en tu corazón, y la ira se habrá pasado.

Mientras sigamos sanos.

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