8.8.14

No hay poeta libre

No hay poeta libre,
no hay alma que sin cadenas pueda
arrastrar las piedras
que luego tire.

Guijarros en su origen,
beben de la mierda del camino y crecen.
Y pesan.

Como un beso de polvo y tierra
del polvo original, de la tierra pecadora,
mitad animal, quizás, mitad flora.

¿No es irónico pensar
que la libertad vive en las cuerdas
que nos atan a escollo del camino?

¿De qué huyes, poeta?
¿Qué es eso que te persigue
y que vomitas sobre nosotros?

¿Acaso preso de una mirada
o de un monstruo derramas lágrimas
por dentro?

Que cierto aquel refrán,
en el que ciento volando van y a tí
no te basta con uno en mano.

Tal vez porque más planta que humano
estás preparado para crecer
todo lo posible.

Tal vez el arte sea una fotosíntesis pasajera,
heredera de la vida perfecta en quietud total,
y de la armonía,

pero presos en carne que come carne,
de la agonía de matar para vivir
todos los días
las cadenas que peritan tu tierra
se van metiendo en tus raíces,
por el bien del procomún.
Y tú, poeta, ahí amarrado soñando
con tocar, con chupar, con fusionarte con la tierra,
con abrazar al viento.

Pero no, poeta,
la enfermedad que tienes no se cura.
Estirándote en una maceta cada vez más reducida.

Cuidado, poeta,
porque la luz que buscas entre las sombras
es efímera, y es ahí, poeta,
donde tu mitad vegetal se queda quieta,
y te obliga a moverte.

No sin dolor.
No sin pecado.

Y cuando preguntes hacia arriba
sin esperar encontrar respuesta
después del dolor y ya en el pecado si la luz
por la que te moviste durará
al menos un segundo
para poder decir
que valió la pena.

Desde arriba susurraré:

no.


1 comentario:

  1. Y aún así, seguiremos buscando esa luz, dando coletazos a diestra y siniestra.

    ResponderEliminar