13.8.14

No sé esperar



No sé esperar.
No puedo quedarme quieto
esperando lo irremisible.


Ni siquiera lo predecible
me da esperanzas
de tranquilidad.


La humanidad me anula, me abruma,
cuando me rodea caótica
y efervescente.


Será por eso que no sé esperar.


Veo miradas, toco manos,
delitos e instrumentos de pecado conectados,
pero al final, todos se disculpan.


Esperar es la pleitesía al tiempo
que nos quema como Nero, por un bolero,
vaya trato, pero aún así lo firmamos
siguiendo vivos.


Esperar, esperar, esperar…
Esperar es no tener lo que es tuyo,
por una mísera cuestión de tiempo.
Esperar es estar perdido,
náufrago de la sociedad.
Míralos como se mueven,
mírate a tí mismo
como te mueres
esperando.

Porque esperar es asumir lo que viene,
sin más defensa posible que lo puesto,
porque nadie espera preparado
para lo que tiene, en futuro, y no conoce.


Y tú, tal vez más consciente que el resto
conviertes en humo las imágenes
y en ceniza cualquier tacto.


Porque solo hay un Dios lineal,
y asumes que tras la espera la entropía
te espera, y te la estás buscando…


¿Qué harás
cuando asumas
que todos los caminos
llevan al mar?

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