Encaje
negro como las argollas de la noche,
sábanas
de un rojo cereza que amarga
y
un enorme rincón de cuerdas de sisal.
Desplómate,
déjame mirarte.
Muero
por tocarte
y
vivo por soplarte caricias húmedas.
Te
tintas en mis labios y me rompes.
Lluvia de fuego me pareces.
Duele.
Hueles
a ceniza,
y
créeme que me gusta verte arder.
Desplómate.
Ahora.
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