Es en el momento en que el camarero logra apartar la mirada de esos perfectos y hermosos pechos para vislumbrar su mirada cuando el hechizo actúa en su plenitud. No hay quien pueda escapar de esos ojos castaños que, ya sea por el ambiente cargado y mis copas de más o porque verdaderamente es una diosa, se me tornan amarillos, y, por la cara del camarero, creo que a él también.
Se ilumina el cigarrillo cuando ella lo sujeta entre sus labios y le va absorbiendo la vida, poco a poco. Daría mi alma al diablo por ser ese cigarro. Se acerca al oído del camarero y le susurra algo a la vez que va exhalando el humo, y él, joven y nervioso, traga saliva y coloca una copa en la barra. El dulce néctar del amor resbala entre sus labios y ella lo atrapa con la lengua con un movimiento que ya había visto en otra situación.
Me levanto de mi silla en la esquina y me dirijo a la barra.
- Tres con cincuenta. - me dice el camarero.
- ¿Y lo de la señorita? - ella aún no se digna a mirarme.
- Cuatro. - contesta de nuevo mi nervioso amigo tras la barra.
Pago lo debido y le dejo algo de propina, a fin de cuentas a este local le queda poco tiempo. Me giro hacia la salida y comienzo a andar lentamente.
- Gracias. - susurra el viento que sale de sus rojos labios.
- No se merecen. - le contesto mientras me giro y dirijo mi mirada a la suya, que se torna extraña al dilatarse tan rápido sus pupilas.
Bang, bang. Me voy.
- Gracias. - se esfuerza ahora por decir, desde sus rojos labios, que no son lo único rojo que hay ahora en el bar.
Necesito un cigarrillo.
soy yo o es la primera ve que hablas del tabaco en tus textos? Muy bueno compai
ResponderEliminarComo se nota que no me lees cipote ¬¬ si le echas un vistazo dos o tres textos más abajo sale otro mío y tb!!! y alguno más habrá por ahí xD
ResponderEliminarvale entonces soy yo xD
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