1.10.10

Lágrimas.



La incómoda almohada hacía todo lo posible por consolarle, pero, aunque sabe escuchar muy bien, le faltaban manos y voz para calmarle y abrazarle. Sus lágrimas recorrían sus mejillas como el tren recorre la basta llanura desierta, y él, sólo, ahogado en sus pensamientos, se sentía incapaz de retenerlas.


En toda la casa no se podía escuchar un ruido, había cerrado las puertas para que su tristeza no pudiera escapar. Una canción lenta sonaba en los cascos mientras él, con un pantalón viejo y acurrucado en la cama mordía con rabia las sábanas sudadas y lanzaba los cojines contra ese maldito espejo. Ellos no tenían la culpa de sus actos, pero necesitaba desahogarse, y llorar.


Por su cabeza pasaban las imágenes de todo aquello que dejó escapar sin darse cuenta. Su familia, amigos, parejas... Sus caras decepcionadas se reflejaban en la ventana y sus silencios le susurraban al oído. Él sólo quería pedirles perdón. Decirles lo mucho que sentía haberse alejado, lo mucho que les quería. Lo importantes que eran para él. Pero ya sólo le quedaban lágrimas y un cenicero lleno en la habitación oscura de una casa vacía con puertas cerradas.


Decidió hacer algo, mover su última ficha para evitar el jaque mate, y escribió una carta. La dedicó a todos, sin excepción, a todos los que les falló, pues todos ellos saben que lo hizo. Entre sollozos se arrepintió, se vació de amarguras el alma ya que, aunque les podría volver a fallar, sabía que ellos le querían como les quería él.


La subió a su blog y esperó. Esa noche no pudo parar de llorar, recordar y aferrarse a la almohada como un niño. Daba igual su edad, pues ahora era un pequeño niño perdido.


'Lo siento'

2 comentarios:

  1. Sí, es de esos textos que lo lees y no te deja indeferente, transmite mucho. Me gusta ^^

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