Se ha apagado el eco de sus labios
y en su pecho sólo late oscuridad,
fríos vientos de dolor y sufrimiento
agitan con ira un despertar.
Se ha marcado el silencio tras el llanto,
ya no brilla, nunca más, la claridad.
Los barrotes de su celda se han cerrado
y el lamento da voz a la soledad.
Cumbres rotas a lo lejos
de cenizas alumbradas;
ríos secos de avaricia
bajo sombras se propagan.
Luces tenues, brillos turbios,
la esperanza está varada.
Cien puñales en el pecho....
Ya no llora más su alma.
buscando en el baul de los recuerdo, uuh uuh
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