16.2.12

Hola gilipollas.

Hola gilipollas. Montado en mi montaña rusa particular parece que en cualquier momento la vieja del vagón de delante va a soltar hasta el café del desayuno. 


Voy forrando poco a poco mis pies de cemento. No es muy hidratante pero sirve para quedarme pegado al sillón. Por muchos cambios que haga esta atracción, yo me quedo en mi sitio. 


Poco a poco el frío atrayente de la sociedad está calando en mí, lo sé, y cada vez irá a peor. Es necesario. O quizá no, quién sabe, el problema está en el polvo. Ese polvo que hace que el vagón patine en los raíles y descarrile como un tren en mitad de la tundra. 


El objetivo está difuso, la lente sucia, así no puedo hacer una foto de tu bonito culo mientras me quitas el ticket, lo rompes y me lo devuelves. Me sueltas a la atracción, como si lanzases un pequeño gorrión al vacío, esperando que pueda volar.


No debí emborracharme anoche.

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