13.12.13

Peces Ciegos

Parecía que estabas a tus cosas,
pero me echaste el ojo
y yo, que hace siglos que te miro,
daba dinero por un agujero donde meter la cabeza
como las avestruces
cuando se quieren proteger.

Y te sigo mirando.
Me cago en Dios, te sigo mirando
corazón de carbón de los Reyes Magos,
veneno en almíbar para los niños malos,
como yo.
A tí, te sigo mirando.

Tú,
que te avecinas como un hongo nuclear,
hermosa y fatal, te sientas a mi lado.
Yo,
callado, bucalmente por un gato mutilado,
buscando en un bolsillo con dos manos,
para que no las veas temblar.

¿Quién me iba a decir a mí,
torero de plazas de piedra,
cuando me soltaron al albero,
que esta fiera,
sin mover un dedo,
me iba a clavar dos estoques
en la cabeza
por sombrero?

Siempre hay un pez más grande.
Siempre,
en este estanque de cieno.

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