2.3.14

16

Pago mi frustración con un billete de 500 pedaladas.
Subiendo una cuesta contra el viento en el puerto alborado,
Jadeando por un encuentro cara a cara con el mar despoblado.

Como yo, el mar inmenso y solo otra noche.
Sin más compañía que sus piedras redondas
y el salitre de sus manos exclusivas.

Inmenso y solo
Azul en varios tonos,
Como mi camisa, como mis vaqueros.

Pedaladas batidas contra la nata montada
de las olas digestivas y encerradas solas.
El mar. Inmenso y solo.

Viejo y joven como una estrella.
De esas que dicen habitar en el tintineo
del azul inmenso del cielo.

El día que nací yo
me calzaron patucos azules.
No fue por ser barón nacido y esperado
sino una señal del neptuno de mi sangre:

Aireado y vengativo me soltó callado:
"Acostúmbrate a la soledad
del claustro de tu guardia
de tu imensidad vacía.

Si algún día cambias,
habrás buceado
contra mis campos
inundados de horror y gloria.

Si algún día cambias,
quizás caiga en tu mano
el salvavidas del nado.
La bocanada del fracaso,
del mar, inmenso y solo"

No hay comentarios:

Publicar un comentario