¿Y si ya lo he decidido
y soy tu Mª Magdalena?
La ramera de esta
historia,
la perdida, la
olvidada.
Ni las piedras me
tocaron tras los años en la sombra.
La chatarra siempre
brilla al son de las monedas.
Malamujer, malajuntera.
Cadena apretada al
cuello.
Ahora que bebes vinagre
y ya no eres un profeta,
sacrificarán a su
mártir: nuestra historia.
La pasión no vende.
Viuda y apócrifa,
qué mal gusto el de sus
verdades.
Condenada a ser la
otra,
la amiga, la amante.
La que besa las heridas
aun sin poder lamerlas.
El día que Magdalena
hable, dejará de ser Santa.
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