9.11.14

Paloma común



Coexisto, no existo sin O. Trocó el ritmo de Bicicleta, unicornio con ruedas, al ver en la carretera una paloma muerta. Nos detuvo el bello brillo de aquellas entrañas que se vuelven extrañas al hacerse visibles. Un cuerpo abierto en canal: el hígado de una paloma común, tan común como el atropello y la enfermedad de las aves malagueñas, refleja una luz tan suculenta que maldito sea quien me acuse de cruenta.  Coexisto, no existo sin O. Trozos de materia indesignable, trozos todos rojos, todos existen conmigo y con las risas y los llantos de la gente y el humo de los coches y esas cosas que tan bien conocemos y detestamos y amamos porque somos nosotros. Todos existiendo con la muerte de las palomas, cohabitantes de alas torcidas y patitas infectas. Coexisto, no existo sin este organismo vivo o mecánico o medio muerto o inmortal que es la ciudad y que no es la ciudad y sí los mundos que no vemos y también los que tocamos.
Paloma común. Hipótesis: muerte. Conclusión: Hay muchas cosas ahí fuera. 

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