Rómpeme.
Arráncame
el alma y destrózame.
Querías
apreciar en mí la luz
y
enfoqué las lámparas
sobre
la sombra de mi cuerpo tostado.
Querías
lamer mis cicatrices
y
acabaste aullando por un trozo de mí.
Sujetaste
un vaso con tormentas
y
lo colocaste sobre mis piernas,
vertiendo
las líneas divisorias de tu pantalón.
Jugamos
a embotellar barcos,
a
amenazar tigres a punta de pistola
y
a perforarnos la boca hasta quedarnos sin aliento.
Me
gemiste en el oído y sulfaté mis ganas
de
dejarte sin piel.
Quise
romper las cortinas
y
acabé cortando mi vagina.
Te
esparciste sobre mí
y
nos volvimos invisibles.
Destrózame,
es lo único que necesito antes de correrme.
(Fotografía de Christian Coigny)
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