26.3.15

La pequeña Frida

Aquí yace, tumbada, entre su ropa y la almohada: como la mano triste y armada ante el rostro de la fiera.

Y aunque no quiera, permanentemente desespera el crujir de mis latidos, que fríos, caen dentro de mí como carámbanos; como un aullido temprano, entre la sombra y el vano.

Pues no necesito mas que dos dosis de docilidad al día para que brote de mi mano la culpabilidad ya tardía del David de Miguel Angel. Acaso soy yo el Goliat de los arcángeles?. Total, de qué estoy hablando si todavía ahora dejo que me fajen la mente y el encaje.

1 comentario:

  1. Qué lindo.
    Justo ahora estaba escuchando a Chavela Vargas y leyendo un artículo sobre Frida y Tina Modotti. Y me encuentro este texto.

    ResponderEliminar